Reseña: El ladrón del rayo, de Rick Riordan
No, no había leído nunca Percy Jackson hasta ahora. Cuando se hizo popular (algo más tarde que la saga de Harry Potter), todo el mundo me recomendaba muchísimo que lo leyera porque era divertido y entretenido, porque era fácil de leer, por el humor que lo caracteriza. Aun así, por alguna razón u otra, nunca llegué a lanzarme.
Y ahora que lo he hecho, lo estoy disfrutando como una enana. Me arrepiento bastante de no haberlo intentado cuando tenía esa edad (entre diez y doce, aproximadamente) porque se habrían convertido, sin duda, en mi nueva obsesión. Aunque también te digo que mejor así, porque Percy Jackson ya cuenta con un montón de spin-offs, así que el viaje habría sido una absoluta locura.
La trama
Estados Unidos, actualidad. Los Dioses del Olimpio existen, pero no son como Percy se los había imaginado.
A Percy Jackson le han diagnosticado TDAH (transtorno del déficit de atención e hiperactividad) y dislexia. Va a sexto curso y ya lo han expulsado de seis colegios por mal comportamiento (por liarla, vamos). Pero un día descubre que no todo es lo que parece: él no es un niño problemático, en realidad es un semidiós, hijo de un dios y de una humana. Y está en peligro mortal.
Percy será acompañado al Campamento Mestizo, un lugar donde los semidioses podrán conocer a otros chicos como ellos, aprender a sobrevivir y a llevar a cabo misiones de suma importancia.
Origen
Es muy interesante conocer el origen del libro —la razón por la que Rick Riordan lo escribió— antes de pasar a mi opinión del libro.
Rick Riordan tiene un hijo que fue diagnosticado con dislexia y TDAH. Su hijo estaba estudiando mitología griega en clase cuando le pidió a su padre que le contara los mitos griegos antes de irse a dormir, como cuentos de buenas noches.
Cuando se les acabaron los cuentos, su hijo le pidió que se inventara más cuentos basados en esos mitos. Y así fue cómo surgió el personaje de Percy Jackson, el hijo de un dios al que han diagnosticado con dislexia y TDAH, como a su hijo.
Puntes fuertes y puntos flacos
Como balance general diré que el primer libro no solo me gustó muchísimo, sino que me enganchó sobremanera. Aun así, mirándolo con perspectiva, hay ciertos puntos que no me acaban de convencer (no me disgustan, no los detesto, pero no me acaban de convencer). Vamos allá:
Puntos fuertes
Ritmo
Percy Jackson está escrito para un chaval con TDAH en mente. No sé si al hijo de Rick Riordan le gustaba leer de forma habitual o no, pero se nota muchísimo la intención de su padre: hacer un libro fácil, entretenido y cómodo para leer.
Justo por eso, es un libro con un ritmo frenético. Es un libro en el que en CADA capítulo está sucediendo algo. En prácticamente todos los capítulos, Percy está al borde de la muerte. Todo el rato están pasando cosas y el ritmo no te deja respirar. Y eso es bueno, porque el libro te atrapa y no puedes dejar de leer hasta el final.
Narrador
Pero el ritmo no lo es todo, porque un ritmo frenético acompañado de un mal narrador no funcionaría. Percy es un chico joven muy carismático y con el que es muy fácil empatizar. Su forma de ver el mundo es muy genuina y humana, así que puede no entender cosas, puede equivocarse o puede tardar en darse cuenta de evidencias que ocurren delante de sus mismos ojos.
Y eso es genial, porque todos hemos sido así en alguna situación. Y ver que Percy es tan humano como nosotros nos hace amarlo y sentirnos uno con él.
Humor
Además del ritmo y el narrador, algo que destacan mucho todos los lectores de Percy Jackson es el humor con el que está narrado. No solo es la forma de Percy de ver el mundo y los comentarios que suele hacer o cómo describe lo que sucede a su alrededor, sino también los títulos de los capítulos.
Para que os hagáis una idea, el primer capítulo del primer libro se titula «Pulverizo accidentalmente a mi profesora de introducción al álgebra». Y así son todos. Es genial, leer esta saga es leer con una sonrisa en la cara.
Flashforward
Un elemento que me ha hecho engancharme aún más que todos los demás, es el uso increíblemente bien llevado del flashforward. Un flashforward es un avance de los acontecimientos, que en este caso ocurre en forma de profecía.
Justo antes de partir en su primera misión, Percy visita el oráculo que le dice cómo sucederán los eventos:
Irás al oeste, donde te enfrentarás al dios que se ha rebelado.
Encontrarás lo robado y lo devolverás.
Serás traicionado por quién se dice tu amigo.
Al final, no conseguirás salvar lo más importante.
Percy Jackson y el ladrón del rayo, Rick Riordan
Esta profecía parece que haga spoiler de cómo irá la trama, pero realmente lo que ha conseguido el autor es engancharte para que quieras saber cómo, cuándo y por qué sucederán estas cosas. Sobre todo quién lo traicionará y qué no podrá salvar.
Me pasé toda la novela dudando de todos los personajes, cuestionando todas las decisiones y preguntándome en qué momento me estarían dando pistas. Y como Percy tampoco sabe quién lo traicionará, se lo pregunta junto a ti (como lector): va preguntándose por qué sus compañeros actuan como lo hacen y cómo sabrá de quién debe huir.
En ese sentido el libro ha sido una gozada.
Puntos flacos
Pero no todo son virtudes. Aunque, como he dicho más arriba, no son puntos flacos tampoco. Son, simplemente, detalles que no me han acabado de convencer.
TDAH (transtorno de déficit de atención e hiperactividad)
Yo personalmente no tengo TDAH. Pero mi hermano, mi padre, mi novio y una de mis mejores amigas sí lo tienen.
Las personas con TDAH no son todas iguales: son personas humanas con personalidades muy, muy diferentes entre sí. El TDAH es todo un espectro y cualquier persona puede ubicarse en cualquier punto de este y lo vivirá de forma diferente.
Mi hermano y mi padre sí que lo gestionan de forma muy parecida y se nota en un montón de situaciones de lo más cotidianas: al mantener una conversación con ellos (mi hermano interrumpe todas las conversaciones con chistes tontos y mi padre con anécdotas aleatorias que solo se vinculan con lo que estábamos comentando por un detalle ínfimo); cuando se olvidan cosas (las llaves de casa, pierden la cartera, no encuentran el móvil, etc.); cuando tienen tendencias impulsivas (sobre todo interrumpen mucho, por ejemplo) o cuando pierden la noción del tiempo o la capacidad de centrarse en lo realmente importante (mi padre es el mayor experto en llegar tarde a todas partes y mi hermano es un crack dejando tareas a medias porque se ha despistado por cualquier razón).
Pero mi novio o mi amiga tienen formas muy diferentes de gestionarlo, de vivirlo y de expresarlo. Por ejemplo, en el caso de mi novio nunca llega tarde a ninguna parte, pero en cambio desconecta de las conversaciones con demasiada facilidad.
Y justo por eso, Percy parece no tener TDAH. Sí, sé que acabo de decir que no hay dos personas iguales y que el TDAH se manifiesta diferente en cada uno, pero Percy parece una persona neurotípica. Y aunque la narración sucede desde dentro de su cabeza, en ningún momento vemos que se distraiga, que se le vaya el flujo de pensamiento hacia otros caminos, que se hiperfocalice en determinadas cuestiones o que se tenga que esforzar en tener que concentrarse o en recordar lo más importante de la misión.
Es un narrador demasiado neurotípico para tener TDAH. Sabemos que lo tiene solo porque de vez en cuando lo recuerda: «ay, sí, esto me ha pasado porque tengo TDAH», pero en ningún momento sentimos, leemos o vivimos su TDAH desde dentro.
Y supongo que esto es algo muy difícil porque al fin y al cabo lo ha escrito una persona neurotípica (creo que Rick Riordan lo es). Pero vaya, que es una queja que he visto de varios lectores con TDAH: que no consiguen acabar de sentir esa representación que tanto ansiaban.
Descripciones y personajes
Justo por el objetivo de Rick Riordan de escribir un libro fácil de leer y que enganche a los lectores, pierde un punto importante de ambientación.
El libro está escrito para que sea de acción, de aventuras, frenético, un libro en el que todo el rato están pasando cosas. Y el autor se centra poco en la introspección de los personajes y en la descripción de los alrededores. Para describirte una ciudad tal vez te menciona que es concurrida y animada y poco más. Deja muy libre la imaginación, pero te acompaña muy poco a meterte en escena.
Y eso, al menos a mí, no me acaba de gustar. No porque esté «mal descrito», porque en absoluto lo está: da la información necesaria y suficiente como para que te construyas la película en tu cabeza. Pero a mí me gusta mucho cuando se describen las escenas desde los cinco sentidos. Imagina la siguiente escena:
«Entré en la casa. Era pequeña, oscura, de muebles antiguos e iluminación pobre.»
Hasta aquí tenemos una descripción puramente visual. Pero podríamos añadir otro detalle:
«Entré en la casa. Era pequeña, oscura, de muebles antiguos e iluminación pobre. Apestaba a tabaco, moho y químicos y se escuchaban los pasos rápidos y ligeros de decenas de ratas correteando por la habitación.»
«Entré en la casa. Era pequeña, oscura, de muebles antiguos e iluminación pobre. Olía a pan recién hecho y se escuchaban las animadas conversaciones de una mujer mayor de voz afable y dulce.»
¿A que transmiten sensaciones completamente opuestas? Pues esto es exactamente lo que me falta en Percy Jackson: acompañamiento sensorial. No pido libros con descripciones largas y pesadas, solo un pequeño añadido para sentir lo que leo, para meterme en la historia de lleno.
Y tengo poco más que decir. En general el libro ha sido muy agradable de leer. Ha sido ameno, entretenido, ligero, fácil de leer y muy divertido. Pero analizándolo a posteriori, encuentro que hay determinadas cuestiones que me habrían podido gustar más.
Si te has leído Percy Jackson, cuéntame lo que opinas en comentarios o por redes. ¡Y nos leemos el viernes que viene!
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